Cerca de sesenta informadores mexicanos han perdido la vida desde el 2000
Más de una decena están desaparecidos, y reclaman la falta de investigación
Estas cifras hacen de México el país más peligroso de América para la prensa
No sólo los narcotraficantes famosos aparecen en los corridos. También los periodistas caben en ellos, debido a la sangría en la que se está convirtiendo tristemente la profesión en México. La guerra de los cárteles se vive también en los frentes del negro sobre blanco, las ondas hertzianas y los rayos catódicos.
Hasta hoy se ha cobrado en México la vida de cerca de sesenta informadores -y más de una decena están desaparecidos- contando desde 2000, lo que ha hecho de México el país más peligroso de Latinoamérica para sacar la grabadora y tomar notas. Sin que apenas nadie pague por ello.
Algo que un millar de personas, la mayoría reporteros, salió a denunciar en silencio en la capital, bajo la mirada del Ángel de la Independencia. Con las fotos de sus compañeros asesinados. Desde el papel miraba Valentín Valdez, con sonrisa de joven reportero audaz, muerto en Saltillo; Bladimir Antuna, solemne ante un micrófono, a quien se lo llevaron cuando iba a trabajar a El Tiempo de Durango; Roberto Mora, de El Mañana, de Nuevo Laredo, cuyo crimen lleva impune cinco años.
Más de una decena están desaparecidos, y reclaman la falta de investigación
Estas cifras hacen de México el país más peligroso de América para la prensa
No sólo los narcotraficantes famosos aparecen en los corridos. También los periodistas caben en ellos, debido a la sangría en la que se está convirtiendo tristemente la profesión en México. La guerra de los cárteles se vive también en los frentes del negro sobre blanco, las ondas hertzianas y los rayos catódicos.
Hasta hoy se ha cobrado en México la vida de cerca de sesenta informadores -y más de una decena están desaparecidos- contando desde 2000, lo que ha hecho de México el país más peligroso de Latinoamérica para sacar la grabadora y tomar notas. Sin que apenas nadie pague por ello.
Algo que un millar de personas, la mayoría reporteros, salió a denunciar en silencio en la capital, bajo la mirada del Ángel de la Independencia. Con las fotos de sus compañeros asesinados. Desde el papel miraba Valentín Valdez, con sonrisa de joven reportero audaz, muerto en Saltillo; Bladimir Antuna, solemne ante un micrófono, a quien se lo llevaron cuando iba a trabajar a El Tiempo de Durango; Roberto Mora, de El Mañana, de Nuevo Laredo, cuyo crimen lleva impune cinco años.
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