En mi país ficticio las alacenas de unos cuantos rebozan de carnes, tecnología y seda, lo que queda para unos muchos no es suficiente para llenar los muebles de la cocina.
Cuando mi país verdadero se levanta del letargo, aquellos pocos cuya voz se puede escuchar, echan lodo, ramas y sapos enormes al lecho azul del dolor, la solidaridad y el compromiso de quienes van despertando.
En este país extraño que llamo mío, el violador se mueve al amparo de la ley, el bolsillo tiene la última palabra y la violencia es la manera de hacer justicia.
Tu país que duerme, sobrevive y se agiganta a la luz permanente de la protesta está pariendo. Lo que veo y respiro es el dolor previo al alumbramiento.
La tierra que pisas y reconoces como tu lugar de origen es morena, roja, amarilla, blanca… ¿no te parece que el ensamble de colores la enriquece más que la uniformidad?
El país nuestro del futuro es un lugar en donde el otro no es amenaza, tampoco lo es la diferente forma de pensar y organizarse. Ese país de ensueño no es el de las estadísticas y no aspira al primer mundo con realidades tercermundistas.
Se trata de un lugar en donde todos caben y la opulencia está al alcance de todos y no existen ojos que no lean, ni manos que no trabajen.
Todos andan como decía el poeta… en verso y vida tintos.
Revoltosa
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Coplas a un país desconocido
En mi país ficticio las alacenas de unos cuantos rebozan de carnes, tecnología y seda, lo que queda para unos muchos no es suficiente para llenar los muebles de la cocina.
Cuando mi país verdadero se levanta del letargo, aquellos pocos cuya voz se puede escuchar, echan lodo, ramas y sapos enormes al lecho azul del dolor, la solidaridad y el compromiso de quienes van despertando.
En este país extraño que llamo mío, el violador se mueve al amparo de la ley, el bolsillo tiene la última palabra y la violencia es la manera de hacer justicia.
Tu país que duerme, sobrevive y se agiganta a la luz permanente de la protesta está pariendo. Lo que veo y respiro es el dolor previo al alumbramiento.
La tierra que pisas y reconoces como tu lugar de origen es morena, roja, amarilla, blanca… ¿no te parece que el ensamble de colores la enriquece más que la uniformidad?
El país nuestro del futuro es un lugar en donde el otro no es amenaza, tampoco lo es la diferente forma de pensar y organizarse. Ese país de ensueño no es el de las estadísticas y no aspira al primer mundo con realidades tercermundistas.
Se trata de un lugar en donde todos caben y la opulencia está al alcance de todos y no existen ojos que no lean, ni manos que no trabajen.
Todos andan como decía el poeta… en verso y vida tintos.
Revoltosa
Cuando mi país verdadero se levanta del letargo, aquellos pocos cuya voz se puede escuchar, echan lodo, ramas y sapos enormes al lecho azul del dolor, la solidaridad y el compromiso de quienes van despertando.
En este país extraño que llamo mío, el violador se mueve al amparo de la ley, el bolsillo tiene la última palabra y la violencia es la manera de hacer justicia.
Tu país que duerme, sobrevive y se agiganta a la luz permanente de la protesta está pariendo. Lo que veo y respiro es el dolor previo al alumbramiento.
La tierra que pisas y reconoces como tu lugar de origen es morena, roja, amarilla, blanca… ¿no te parece que el ensamble de colores la enriquece más que la uniformidad?
El país nuestro del futuro es un lugar en donde el otro no es amenaza, tampoco lo es la diferente forma de pensar y organizarse. Ese país de ensueño no es el de las estadísticas y no aspira al primer mundo con realidades tercermundistas.
Se trata de un lugar en donde todos caben y la opulencia está al alcance de todos y no existen ojos que no lean, ni manos que no trabajen.
Todos andan como decía el poeta… en verso y vida tintos.
Revoltosa
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